UNA HISTORIA JAMÁS CONTADA SOBRE LA EDAD DE PAVO. 1
TODO TIENE UN PRINCIPIO
Cuando
sonó el despertador, volví a acordarme como todas las mañanas; del
padre del que lo había inventado. Era de esos que hacían un "nok-nok" que hasta que te dormías de aburrimiento, aplastaba los oídos, con números y
manecillas que se iluminaban en la oscuridad, y sobre todo; con una
especie de campanilla (para mí era un cencerro beodo) que cuando sonaba
pensabas que se te salían los higadillos por la boca.
Recuerdo con verdadero placer el día que falleció al caerse
accidentalmente al intentar subir al armario. Fue un día feliz, alguien dijo que el accidente era intencionado aunque no había pruebas que lo demostraran... Es lo que ocurre cuando inicia con mal pie en las artes escalatorias...
Ese
día la llamada fue especialmente estridente, verdulera y desvergonzada, el chisme sabía que había
dormido poco, porque no paraba de dar vueltas a la cabeza al mismo
tema: hoy empezaba el Instituto. El "insti", vamos. Tantas y tantas veces pensé en
ello, que debía tener el cerebro reblandecido y me dolía la pelota.
Esto también lo sabía el reloj, y con su cencerro estresante parecía decirme
--¡Despierta, despierta, capullo, que te vas a enterar!--
Apretando con
cada timbre unos alicates al rojo vivo en mis neuronas hasta que me
dolían los pelos.
De
debajo del cacho de sábana que todavía quedaba en la cama, apareció
uno de mis brazos disparado hacia el ruido, impelido por el resorte de algún reflejo primario. Instintivo. Inconsciente. El primer intento falló por mucho, la lamparilla de noche bailoteó un rato,
pero en el segundo intento, algo más consciente por la mala uva; el despertador acabó callado y tirado en la
mesilla, aunque seguía fastidiando con su nok, nok, nok... Bueno, a
esa lata estaba acostumbrado, así que volví a hundir el careto en
la almohada.
--"!!José
Antonio, levanta que es la hora¡¡"--
Era la voz de mi madre,
que cuando estaba cabreada o nerviosa utilizaba mi nombre completo. Que lo usara presagiaba un ataque preventivo. Era peligroso no hacer caso, así que mi cuerpo empezó a moverse de
forma automática aunque mi cabeza seguía clavada en la almohada. Alguien debía haberla pegado o grapado en la tela del almohadón...
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