martes, 10 de noviembre de 2015

FITOTERAPIA Y AROMATERAPIA.


FITOTERAPIA Y AROMATERAPIA.

fitoterapia, aromaterapia, insomnio, infusiones, estrés, ansiedad, dormir, relajación, relax


                Uno de los modos más antiguos de forma terapéutica, es la fitoaromaterapia. Desde siempre ha existido, puesto que las plantas siempre han sido utilizadas como medicamentos, condimentos y en distintos ritos de varias índoles.

                Con la diferencia de que otras drogas, son obtenidas a través de síntesis química o por extracción de los principios activos; la fitoaromaterapia es la medicina natural por excelencia. Las estructuras químicas y moleculares de los aceites esenciales son muy complejas, y no poseen una sola propiedad terapéutica; sino varias. Así que existen muchas posibilidades de sinergia y potencialización, que permiten un abordaje individual en cada momento, a la hora de usarlas como tratamiento.

                Además podemos considerar a la fitoaromaterapia como una medicina de terreno, de campo; encaminada a restablecer el equilibrio de un organismo y su globalidad. Utilicemos un ejemplo para comprender esto, imaginemos una laguna con aguas poco aireadas; en una zona tropical que esté infectada de mosquitos, portadores de enfermedades. La medicina tradicional trataría de destruir estos mosquitos, como portadores de la enfermedad y utilizar un antibiótico; o cualquier otro tipo de medicamento, para acabar con ese proceso infeccioso. La medicina de campo, de terreno, tratará de obstaculizar la vida del mosquito, a través de la movilización de esas aguas; además utilizaría sus distintos recursos a través de plantas; para promover esos cambios, que se conseguirían de forma menos rápida; pero mucho más duradera y eficaz.

                No debemos caer en la tentación de enfrentar lo químico con lo que llamamos natural, en definitiva todo es natural; no obstante las sustancias químicas de síntesis, permiten resultados excepcionales; reconocidos en el ámbito científico. Y gracias a este éxito fue cuándo comenzamos a olvidar, el uso de las plantas medicinales durante años.

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                No obstante la breve y potente acción de los productos químicos, sus efectos investigados muchas veces incontrolados en el tiempo; así como los distintos efectos secundarios, explican mucho el poco gusto de muchas personas, hacia este tipo de medicamentos. Así que llega un momento en particular, en un contexto general de ecología, cuando muchas personas aspiran al uso de medicamentos eficaces; pero más simples, menos potentes y más naturales. Esta tendencia es la principal razón del renacer de una situación, de otra terapia científica clara y contrastada.

                Utilizar de forma juiciosa y profesional los aceites esenciales, puede hacer maravillas. Incluso en casos en que otras terapias han fracasado. Por el contrario utilizarlos de forma anárquica, sin ninguna profesionalidad y sin valorarlos realmente en su medida; puede originar problemas serios con graves consecuencias. Siempre ante la duda hay que consultar a los distintos profesionales, ya sean farmacéuticos, médicos, o expertos en aromaterapia científica; para buscar sus consejos.

                Debemos tener muy claro que un aceite esencial, de composición química muy compleja; constituye una droga, un medicamento potente, reactivo y con una riqueza terapéutica muy variada; muchas veces insospechada, que permite augurar un desarrollo futuro prometedor.

                Se hace imprescindible por tanto respetar las dosis recomendadas, que son fruto de una larga experiencia de investigación. A muchas personas les parece risorio utilizar una o dos gotas de un aceite, lo valoramos como poca cosa; pero debemos tener en cuenta que un aceite esencial; está dotado de una potencia reactiva impresionante. Por tanto hay que respetar escrupulosamente las dosis prescritas. Un exceso no aportará nada en cuanto a propiedades terapéuticas, sino al contrario provocará efectos no deseados.


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